Una huella menos
es un paso más

IDH lidera un grupo de trabajo con actores de la industria de acuicultura para medir y reducir su huella de carbono.

Pamela Nath, Sally Tabares y Lisa van Wageningen

Julio 17, 2023

Desde la revolución industrial, la actividad humana ha incrementado la concentración de gases de efecto invernadero (GEI) en la atmósfera a un ritmo alarmante.

Lo que alguna vez fue un componente natural para retener el calor del sol en la Tierra sin que la temperatura se desplome por las noches, hoy en día representa una amenaza para la sostenibilidad de nuestro planeta.

La Organización Meteorológica Mundial ha anunciado que a partir de aquella época, la acumulación de dióxido de carbono ha crecido en un 149%; la de metano, en un 262%; y la de óxido nitroso, en un 124%.

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Dióxido de carbono
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Metano
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Óxido nitroso

Como consecuencia, el calentamiento global se ha disparado. El aumento de la temperatura, el deshielo de los glaciares y los fenómenos meteorológicos extremos y recurrentes son solo algunos de los efectos más evidentes del cambio climático, pero a medida que esta lista avanza, resulta imperativo cuestionarnos si realmente podemos ignorar la contribución de la industria acuícola a los eventos que hoy enfrentamos.

Dentro del total de emisiones globales de gases de efecto invernadero, el 26% se deben a los sistemas alimentarios. Esto incluye las emisiones por cambio de uso del suelo, la deforestación, la alteración de los cuerpos hídricos, la producción agropecuaria, el procesamiento, el transporte, el empaque y la venta de productos, según explica el estudio Reducing food’s environmental impacts through producers and consumers por Joseph Poore y Tomas Nemececk.

El 26% de las emisiones globales de GEI provienen de los sistemas alimentarios

A nivel mundial, en 2019, los alimentos acuáticos proporcionaron alrededor del 17% de las proteínas de origen animal y el 7% de las proteínas totales, de acuerdo con la Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura (FAO).

¿De dónde provienen los GEI de los alimentos acuáticos?​
Fuente: Setting Science-Based Targets in the Seafood Sector: Best Practices to Date

Para 2030, se prevé que la producción de alimentos acuáticos aumente en un 13% con respecto a 2022 y que aproximadamente el 59% de los disponibles para consumo humano procedan de la producción acuícola, conforme a estimaciones de la FAO.

Dado que la acuicultura se encuentra entre los sectores de más rápido crecimiento en la industria alimentaria mundial, es urgente y necesario reflexionar sobre su repercusión en el planeta.

Actualmente, es poco conocido el impacto que los productos acuícolas tienen en el medio ambiente durante todo su ciclo de vida. Es decir, existe una falta de información sobre la huella ambiental de la acuicultura en toda su cadena de valor.

Por esta razón, es crucial entender esta medición en términos de uso del agua, calidad del agua, biodiversidad, uso de combustibles fósiles, uso de plástico, entre otros, para determinar la huella de carbono que generan. Esta última se la define como la cantidad de gases de efecto invernadero emitidos directa o indirectamente como consecuencia de actividades determinadas del sector.

La precariedad de este conocimiento ha impulsado al Sustainable Trade Initiative (IDH) a lanzar y liderar el Grupo de Trabajo de Acuicultura sobre la Huella Ambiental, una coalición de organizaciones que busca evaluar el impacto negativo de los productos que integran el proceso de producción acuícola para distinguir entre los que tienen un mejor desempeño ambiental y aquellos que necesitan mejorar. 

Grupo de Trabajo de Acuicultura sobre la Huella Ambiental

Su objetivo central es comprender, medir y reducir la huella ambiental de la acuicultura en toda la cadena de suministro.

La medición de la huella permite cuantificar el impacto ambiental de la vida de un producto. Para realizar estos cálculos, se trabaja siguiendo el marco del Análisis del ciclo de vida (ACV), que posibilita conocer la huella del ciclo de vida completo de un producto, teniendo en cuenta todas las etapas de producción. 

Al integrar todas las etapas, esta inspección ayuda a observar las interacciones entre dichas etapas e identificar hotspots o lugares de la cadena de suministro con el mayor impacto ambiental. “Comprender qué parte del proceso de producción es crítico en la emisión de GEI, permite a las empresas crear soluciones para reducir la huella de la acuicultura donde sea necesario”, señala la Oficial de Programas de Acuicultura de IDH, Lisa van Wageningen.

Además, al definir este impacto en cifras, se facilita la comparación de la sostenibilidad de un producto con la de otro. Pero, Van Wageningen señala la importancia de que exista una alineación tanto de empresas como de esquemas de certificación para medir el rendimiento del producto bajo el mismo método y que así sean realmente comparables entre sí. De este modo, todo el tiempo y el dinero que se gasta en recopilar datos en diferentes formatos se podría invertir en mejorar la situación y causar menos daños al medio ambiente.

Uno de los propósitos del Grupo de trabajo es llegar a una situación en la que los productores con buenas prácticas sean recompensados y en la que se incentive a mejorar a los que no las implementan.

“Si cada empresa decide de forma independiente qué metodología utilizar, corremos el riesgo de empezar a comparar manzanas con peras. Por ejemplo, si una empresa solo mide los impactos ambientales de un kilo de camarón a nivel de granja, y luego compara esto con el impacto ambiental de un kilo de camarón de otra compañía desde su origen hasta la venta al por menor, está comparando dos cifras completamente diferentes, mientras hace afirmaciones sobre la sostenibilidad de su producto”, explica Van Wageningen. 

Por este motivo, el Grupo de Trabajo de Acuicultura proporciona un sistema que permite la alineación entre proveedores para medir los productos de la misma forma, posibilitando el contraste con otras cadenas de suministro, productos acuícolas y proteínas.

Aquí, IDH y ISEAL Alliance convocan programas de certificación que verifican la recopilación de datos sobre la huella ambiental, comprueban que estos cálculos se hayan realizado bajo los mismos estándares, y permiten que la empresas realicen afirmaciones corroboradas sobre lo que producen.

Gracias a este sistema, el Grupo de trabajo también ayuda a sus miembros a completar otros objetivos: los requisitos SBTi (Science Based Targets initiative) en las emisiones de alcance 3. Los SBTi son objetivos basados en la ciencia que establecen las organizaciones para reducir sus emisiones de gases de efecto invernadero de manera efectiva.

 

Por otro lado, las emisiones de alcance 3 se refieren a las emisiones derivadas de las empresas a las que compran o venden, que son parte de la cadena de suministro, pero que no están bajo la influencia directa de una organización. 

 

El Grupo de trabajo contribuye a esta meta porque para medir las emisiones de alcance 3 de una empresa, las compañías deben recopilar la información sobre la huella ambiental de los productos que el Grupo de trabajo ya recoge como parte del proyecto.

 

Otra de las características del Grupo de trabajo es que sus miembros trabajan de forma precompetitiva y cooperan para priorizar problemas, iniciar proyectos, crear métricas y metodologías y aprender juntos.


Al trabajar unidos, las compañías pueden desarrollar, probar y escalar soluciones que no podrían lograr por sí solas. De hecho, dentro del grupo se ha elaborado una herramienta de medición de huella ambiental que los participantes han utilizado para evaluar productos como camarón, tilapia, pangasius y salmón; garantizando resultados consistentes y simplificando el proceso de cuantificación de la huella.

“Cada actor de la cadena de suministros puede influenciar en la huella ambiental de un producto. Así que para lograr cambios, es necesario que todos los actores de la cadena trabajen en conjunto”, expresa Van Wageningen.

Por esta razón, el Grupo de trabajo se compone por 17 participantes de distintas áreas. Estas incluyen a minoristas, comerciantes, productores, empresas de alimentación animal, proveedores de tecnología, y ONGs. Entre los miembros del proyecto están: Tesco, Marks & Spencer, Hilton Seafoods, Regal Springs, Seafresh Group, Global Salmon Initiative, Nordic Seafood, Sustainable Shrimp Partnership (SSP), entre otros.

SSP ha formado parte de esta iniciativa desde sus inicios, con el objetivo de conocer la huella ambiental de la industria acuícola del camarón y, en específico, de su producto.

“Tenemos la tarea de identificar cuáles son los nuevos retos y oportunidades para implementar mejoras dentro del sector camaronero. Lo que hoy consideramos sostenible, puede que en cinco años no sea suficiente”, comenta la directora de SSP, Pamela Nath. “Conocer el impacto que estamos generando nos permite ser conscientes e identificar qué temas abordar y cuáles son los puntos críticos que necesitan intervención para poder tener incluso un mejor desempeño”.

 

Nath expone que el Grupo de trabajo permite que SSP esté en contacto con otras industrias y otros actores de las diferentes etapas de la cadena de valor. Por lo tanto, es más fácil compartir experiencias y aprender de lo que otros están haciendo en sus respectivas áreas de trabajo.

Las competencias adquiridas y las mejoras alcanzadas sirven como modelo para que los demás las puedan adoptar en su industria. Además, ella destaca que una cualidad que este proyecto presenta es que no se queda solo en la medición, sino que impulsa a los participantes a abordar objetivos a corto, mediano y largo plazo partiendo de los hotspots que se identifican, para ir cumpliéndolos a medida que avanza el programa.

“En SSP nos consideramos un laboratorio de innovación. Queremos siempre estar un paso adelante para guiar por dónde va el camino hacia la sostenibilidad.  Trabajar en este tipo de propuesta nos permite demostrar mediante el ejemplo que se pueden desarrollar mejoras. Con ello, incentivamos a los demás a mejorar sus prácticas o a sumarse al grupo”, añade Nath.

Tras haber realizado planes piloto con algunos de sus miembros, el Grupo de Trabajo ha confirmado y, a la vez, detectado unos cuantos puntos críticos en la industrias que pueden diferir de un sistema de producción a otro, por lo que es importante que cada empresa comprenda su propia operación y cadena de suministros. Entre los hotspots identificados resaltan:

El grupo de Trabajo ya ha detectado puntos críticos en la industrias

1 Los ingredientes que componen los alimentos acuícolas, como la soya, que pueden contribuir significativamente al impacto ambiental general en la acuicultura.

2 El cambio de uso de la tierra, como la tala de bosques para convertirlos en tierras agrícolas, que puede representar un porcentaje significativo de la huella ambiental de los alimentos, especialmente en términos de emisiones de GEI.

3 El abastecimiento de materias primas para ingredientes de piensos, que puede tener diferencias notables en la huella hídrica entre las cadenas de suministro, dependiendo de si el ingrediente se ha cultivado con riego o no.

4 La energía procedente de la quema de combustibles fósiles, que puede contribuir de forma relevante a la huella de carbono de las etapas de cultivo y procesamiento.

5 El uso o pérdida de gas refrigerante a lo largo de la cadena de suministro, que puede ser una fuente importante de emisiones de GEI.

El cambio de uso de suelo es uno de los puntos críticos que más afecta al medio ambiente porque influye tanto en las emisiones de GEI como en la biodiversidad. Durante su vida, los árboles absorben CO2 de la atmósfera a través de la fotosíntesis y lo utilizan para producir carbohidratos y otros compuestos orgánicos. Pero cuando se talan, el carbono almacenado en su biomasa se libera a la atmósfera porque estos ya no están vivos para continuar manteniendo y utilizando ese carbono en su estructura. Además, los animales, las plantas y los genes pierden su hábitat cuando se pierde el bosque.

Se puede distinguir entre el cambio de uso de suelo para los ingredientes de alimento balanceado y entre el cambio de uso de suelo para las fincas de producción acuícola. Si el suelo anteriormente albergaba un bosque o un humedal, y esto se cambia a acuicultura o insumos para la producción de alimentos acuícolas, esa pérdida se contabiliza como huella ambiental del producto.

De aquí parte otro hotspot decisivo para la huella ambiental de la acuicultura: el alimento balanceado. El proyecto Blue Food Assessment muestra que los piensos afectan al medio ambiente tanto en su producción, por el impacto ambiental de sus ingredientes; como en la cantidad de alimento que se utiliza en las granjas acuícolas, que muchas veces resultan en emisiones directas para los estanque cuando no se los consume en su totalidad. 

“La alimentación debe abordarse en todos los niveles, tanto en la granja acuícola como en la producción de alimentos —anuncia Van Wageningen—. Las empresas de piensos quieren cambiar y han establecido objetivos para reducir la huella de sus alimentos. También quieren entender cuál es el impacto de su alimentación en la finca. Creemos que el mejor enfoque es colaborar para mejorar, en lugar de cambiar de un ingrediente de alimentación a otro, o de un proveedor a otro. Dar a las personas la oportunidad de avanzar y apoyarlas en esas reformas”.

El Grupo de trabajo considera la posibilidad de que los productos de la acuicultura y la agricultura puedan tener un impacto positivo en el medio ambiente, si se realizan de manera sostenible.

Desarrollar un producto que emite más gases de efecto invernadero de los necesarios, contamina el agua e influye negativamente en la biodiversidad es contraproducente. La industria necesita estos progresos porque el cambio climático repercute en sus operaciones comerciales. 

Las sequías, los fenómenos meteorológicos extremos y la salinización son riesgos considerables a los que se enfrenta, por ello, la importancia de considerar el impacto de la industria acuícola en el medio ambiente y adoptar medidas sostenibles para mitigar el cambio climático es innegable. 

El paso más importante es determinar dónde se encuentran los principales puntos críticos a lo largo de la cadena de suministro, ya que las medidas para reducirlos dependerán de los principales impactos ambientales que genere un producto. 

 

La acuicultura, junto con otras industrias, puede contribuir significativamente a este reto, pero solo a través de una colaboración efectiva podremos asegurar un futuro saludable para el planeta.